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EL MODELO NEOLIBERAL A LA PERUANA

  • Foto del escritor: Jonathan Huaroto
    Jonathan Huaroto
  • 1 nov 2019
  • 2 Min. de lectura

En 1990, el “péndulo peruano” se movió del populismo al neoliberalismo. Fue el año del “punto de quiebre” de un modelo económico y de un tipo de estado que había llegado a su agotamiento. A partir de ese momento, el Perú entraría en la era “neoliberal” en lo económico.


Es decir, el Perú cambió de modelo de funcionamiento económico, de reglas del juego y de régimen de acumulación del capital. Estos cambios han sido profundos y estructurales. Sin embargo, no han logrado conmover los cimientos de la desigualdad, la pobreza y la falta de empleo “decente”.


Hay que destacar, que el problema es el nuevo modelo económico bajo régimen neoliberal. El cual no ha logrado, por lo menos hasta ahora, sentar las bases para resolver estos problemas. Los cuales están en el origen del conflicto social, el cual hace difícil consolidar la gobernabilidad democrática.


El tipo de reformas y sus resultados posteriores dependen en buena medida de las condiciones previas, tanto económicas como institucionales y políticas. Si bien en el Perú se aplicaron las recetas del Consenso de Washington, la forma como se hicieron las reformas y sus resultados, dependieron de cómo estaba el Perú y de cómo somos los peruanos.


Este neoliberalismo ha estado bajo la conducción de cuatro gobiernos, Alberto Fujimori (1990-2000), Valentín Paniagua (2000-2001), Alejandro Toledo (2001-2006) y Alan García (2006-2011). Los principios económicos del modelo han sido mantenidos por estos gobiernos, en verdad, con muy pequeñas variantes. Lo más notable es que se ha conformado un “saber convencional” basado en la doctrina neoliberal y en sus recetas.


Los límites del modelo se encuentran tanto en el patrón de acumulación y estructura del aparato productivo configurados en prácticamente dos lustros de neoliberalismo, como en la inoperancia de la política macroeconómica neoliberal del fujimorismo. Pero, además, tiene un límite social. No han aumentado sostenidamente los puestos de trabajo ni ha mejorado la calidad del empleo, tampoco han aumentado los ingresos.


En el Perú se pagan salarios africanos. La calidad de vida de la mayoría de la población no ha mejorado, el sistema educativo está en crisis. En materia de salud seguimos atrasados, los hospitales no han renovado su equipo, ni han incrementado su capacidad para atender la demanda creciente.


El sostenimiento del crecimiento económico más allá de lo que indica la experiencia histórica, depende, en el contexto neoliberal actual, tanto del impulso del sector primario exportador mediante la inversión extranjera, como de la continua liquidez en dólares del sistema financiero (o la superación de la "trampa de la liquidez" actual) para seguir financiando la expansión de la producción no transable.


Debe advertirse, sin embargo, que la actividad de construcción no puede por sí sola sostener el crecimiento económico a largo plazo; que los efectos macroeconómicos del capital extranjero.


En síntesis, el principal resultado del modelo del Consenso de Washington ha sido el no haber logrado reformar y reforzar las bases fiscales y financieras del Estado, por lo que su rol redistribuidor y regulador es insuficiente para resolver las brechas sociales y generar el principio de autoridad necesario para arbitrar conflictos.

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